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sábado

San Juan (Evangelista)

Después de hablar así, Jesús levantó los ojos al cielo, diciendo: «Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a todos los que tú les has dado.  
Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste.
Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera.
Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra.  
Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste.  
Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos.  
Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado.  
Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros. 
Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.  
Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto. Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.  
No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.  
Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.  
Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.  
Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.  
Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.  
No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí.
Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.  
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno --yo en ellos y tú en mí-- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste.  
Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.  
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste.  
Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos».

San Marcos (Evangelista)

Entonces se adelantó un maestro de la Ley. Había escuchado la discusión y estaba admirado de cómo Jesús les había contestado. Entonces le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»  
Jesús le contestó: «El primer mandamiento es: Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es un único Señor.  Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas.  
Y después viene este otro: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento más importante que éstos.»

Oración: Consagración al Corazón Inmaculado de María Santísima


Oh, Corazón Inmaculado de María, desbordante de bondad, muestra tu amor por nosotros. Que la llama de tu corazón, oh María, descienda sobre todos los pueblos. Te amamos inmensamente. Imprime en nuestros corazones un verdadero amor. Que nuestro corazón suspire por ti. Oh María, dulce y humilde de corazón, acuérdate de nosotros cuando caemos en el pecado. Tú sabes que nosotros, los hombres, somos pecadores. Con tu santísimo y maternal corazón, sánanos de toda enfermedad espiritual. Haznos capaces de contemplar la bondad de tu maternal corazón, para que así nos convirtamos a la llama de tu corazón. Amén.

Virgen María de Medjugorje

Madre Teresa de Calcuta

Anoche tuve un sueño, soñé que estaba caminando en la playa con el Señor, y a través del cielo pasaban escenas de mi vida. Por cada escena que pasaba, percibí que pasaban dos pares de pisadas en la arena. Una era la mía y la otra del Señor. Cuando la última escena de mi vida pasó delante nuestro miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena, y noté que muchas veces en el camino de mi vida había un sólo par de pisadas en la arena. Noté también que esto sucedía en los momentos más difíciles y angustiosos de mi vivir.

Esto realmente me perturbó, y pregunté al Señor, tú me dijiste cuando yo resolví seguirte que andarías siempre conmigo, todo el camino, y sin embargo ví que en los peores momentos de mi vida, había un sólo par de pisadas. No comprendo por qué me abandonaste, Señor, cuando yo más te necesitaba...y el Señor me respondió: Mi querido hijo, yo te amo, y jamás te dejaría en los momentos de sufrimiento. Cuando viste en la arena, sólo un par de pisadas, fue justamente allí cuando yo te cargué en mis brazos.

San Francisco de Asís

Oh Señor, haz de mi un instrumento de tu paz:
Donde hay odio, que yo lleve amor.
Donde hay ofensa, que yo lleve perdón.
Donde hay discordia, que yo lleve unión.
Donde hay duda, que yo lleve fe.
Donde hay error, que yo lleve verdad.
Donde hay desesperación, que yo lleve esperanza.
Donde hay tristeza, que yo lleve alegría.
Donde están las tinieblas, que yo lleve la Luz.

Oh Maestro, haced que yo no busque tanto:
Ser consolado, sino consolar.
Ser comprendido, sino comprender.
Ser amado, sino amar.

Porque:
Es dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.

Jesús

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.

Santa Teresa de Jesús

No son buenos los extremos aunque sea en la virtud.

San Agustín

Nadie puede ser perfectamente libre hasta que todos lo sean.

Juan XXIII

La justicia se defiende con la razón y no con las armas. No se pierde nada con la paz y puede perderse todo con la guerra.

Santa Teresa de Jesús

Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta.

Juan Pablo II

La peor prisión es un corazón cerrado.

San Pablo

Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca. No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.

Madre Teresa de Calcuta

Al final de nuestras vidas, no seremos juzgados por cuántos diplomas hemos recibido, cuánto dinero hemos conseguido o cuántas cosas grandes hemos hecho. Seremos juzgados por "Yo tuve hambre y me diste de comer. Estuve desnudo y me vestiste. No tenía casa y me diste posada."

San Agustín

La medida del amor es amar sin medida.