Páginas

martes

San Mateo: Mandatos de Dios y enseñanzas de hombres

Unos fariseos y maestros de la Ley habían venido de Jerusalén. Se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de los antepasados? No se lavan las manos antes de comer.»
Jesús contestó: «Y ustedes, ¿por qué quebrantan el mandamiento de Dios en nombre de sus tradiciones? En cambio, según ustedes, es correcto decir a su padre o a su madre: Lo que podías esperar de mí, ya lo tengo reservado para el Templo.
En este caso, según ustedes, una persona queda libre de sus deberes para con su padre y su madre. Y es así como ustedes anulan el mandamiento de Dios en nombre de sus tradiciones.
¡Qué bien salvan las apariencias! Con justa razón profetizó Isaías de ustedes cuando dijo:
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me rinden no sirve de nada, las doctrinas que enseñan no son más que mandatos de hombres.»
Luego Jesús mandó acercarse a la gente y les dijo: «Escuchen y entiendan:
Lo que entra por la boca no hace impura a la persona, pero sí mancha a la persona lo que sale de su boca.»
Poco después los discípulos se acercaron y le dijeron: «¿Sabes que los fariseos se han escandalizado de tu declaración?»
Jesús respondió: «Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz.
¡No les hagan caso! Son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.»
Entonces Pedro le pidió: «Explícanos esta sentencia.»
Jesús le respondió: «¿También ustedes están todavía cerrados?
¿No comprenden que todo lo que entra por la boca va al estómago y después termina en el basural?
En cambio lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que hace impura a la persona.
Del corazón proceden los malos deseos, asesinatos, adulterios, inmoralidad sexual, robos, mentiras, chismes.
Estas son las cosas que hacen impuro al hombre; pero el comer sin lavarse las manos no hace impuro al hombre.»